‘Vietnamitas’ baten jalea en Chinácota
Si es de los que le gusta visitar Chinácota los fines de semana, seguramente 2 chicos vestidos con camisas rojas y sombreros vietnamitas, apostados en un local de manjares y artesanías, han capturado su atención.
Con destreza, baten jalea de pata de res en un garabato (especie de tronco), mientras varios clientes los miran, al tiempo que disfrutan de este manjar tradicional nortesantandereano.
Muchos aledaños y visitantes los llaman "chinos" y "japoneses", por su vestimenta roja y negra al estilo oriental. Otros les dicen vietnamitas, debido a sus sombreros cónicos hechos de paja. Pero lo cierto es que ellos son chitareros y empleados de ‘La Casita de la Jalea’.
Esta microempresa que produce este producto en diversas versiones: fría o caliente, en crema servido en vaso o en cono de galleta, con aderezos como anís, brandy o maní; cortada y servida en cajas cuadradas; sin azúcar (para los diabéticos), etc.
Para quienes aún no saben qué es la jalea o gelatina de pata de res, Gina Ortiz, propietaria del establecimiento, lo explica: “Es un manjar hecho con pata de res, agua y panela. Esta gelatina se obtiene después de la cocción prolongada de la pata de res y se le va añadiendo la panela mientras se bate. El resultado es un producto esponjoso de delicioso sabor”.
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Quizá le desagrade el hecho de que este postre se extrae de la pata de un mamífero, pero sí se atreve a probarlo -asegura Ortiz- su opinión cambiará. “Además de ser exquisito, consumir manjar brinda muchos beneficios al organismo: por su alto contenido de colágeno es bueno para los huesos y las articulaciones; facilita la digestión y previene la gripe”.
Además, ofrecen aceite de mano de res con fragancia de almendras, coco o rosas, que según Ortiz, sirve como tónico corporal y capilar, ya que previene la resequedad.
Historia de emprendimiento
Gina recuerda que cada fin de semana, en un andén de la avenida principal de Chinácota, con su pareja Gulibert Camargo acomodaba una mesa plástica con su sombrilla, dos bancas, un pequeño cartel y cajas llenas de jaleas para ofrecer este manjar a los pobladores y turistas que se desplazaban en motos, ciclas y automóviles.
La jornada era agotadora: debían moverse constantemente de lugar, desplazarse con velocidad para atender los pedidos y protegerse de la lluvia y el sol.
Estos son los recuerdos de hace siete años. “La familia de mi pareja fue quien nos enseñó a elaborar jalea, que aunque es un proceso sencillo amerita de mucho cuidado y atención”, asegura.
Con el transcurrir del tiempo, lo que inició como una venta ambulante de productos fue transformándose en un modelo de negocio artesanal, que hora es conocido en Norte de Santander como La Casita de la Jalea.
“Hoy día somos una microempresa con dos puntos de venta. El primero, en la carrera 3, vía a Chinácota. Y el segundo (abierto desde hace un mes) en la recta Los Álamos”, puntualizó la joven.
Protocolizar las fórmulas para elaborar la jalea, crear un concepto de marca con etiquetas y empaques y diseñar un uniforme para los empleados fueron puntos clave para que Gina y Gulibert sacaran hacia adelante esta idea de negocios.
Sobre la peculiar vestimenta, aseguró: "Al principio lo usaba para protegerme del sol y como la gente me empezó a identificar como 'la china de las jaleas', decidimos que todo el equipo usara estos sombreros como distintivo".
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Datos de interés
- La Norma Técnica Colombiana 1629 define la gelatina de pata como el producto purificado obtenido por la extracción parcial de colágeno, obtenido en las pieles, tejido conjuntivo y huesos de animales sanos.
- Señala que la gelatina de pata debe cumplir con especificaciones químicas, físicas y microbiológicas adecuadas, y ser inocua para el consumo humano.
- Dentro de sus valores nutritivos, se puede mencionar que su elaboración e ingredientes son naturales y tiene buen contenido de calcio y vitaminas, además de ser un producto de fácil digestión.
*Por: Alicia Pepe
*Fotos: Rodrigo Sandoval