Se destaca cocinero, empresario, fundador de escuela e investigador culinario.
Personajes
Carlos
Afanador
Carlos Alberto Afanador proviene de un hogar pamplonés en el cual los hombres tenían prohibido entrar a la cocina. El séquito de mujeres de la familia mantenía encendidos los fogones para elaborar dulces en paila, pan y café, que luego servían para ser compartidos en la mesa.
En la nevera de esa casa grande de Pamplona siempre habían dulces de brevas y arequipe. Las mejores historias y encuentros familiares, según rememora Carlos, se daban alrededor de ese comedor. Y aún sigue siendo así.
Actualmente, Afanador es reconocido como uno de los más fervientes promotores gastronómicos en Norte de Santander y Colombia. Desde hace 15 años se ha desenvuelto como cocinero, empresario, fundador de escuela, investigador y colaborador de iniciativas relacionadas con la industria culinaria.
Pero antes de descubrir su verdadera vocación, el pamplonés estudió filosofía, se licenció en derecho y comenzó a trabajar en instituciones ligadas al sector, como ‘Prosocial’, en la que aprendió temas hoteleros. Luego, desde ‘Colsubsidios’, manejó el tema contrataciones en el sector de restaurantes de alta categoría y hoteles cinco estrellas.
“Allí descubrí que la gastronomía tenía un gran potencial en Colombia, por lo que decidí abrir con mis parientes, un restaurante que hoy día se convirtió en una empresa familiar”, contó Afanador, refiriéndose a ‘A comer se dijo’, un establecimiento de comida tradicional, con sedes en Cúcuta, Bogotá y, próximamente, en Cartagena.
También recordó que, con 33 años cumplidos, empacó maletas y se fue a estudiar gastronomía a Argentina. Al volver, nunca más pudo desligarse de la cocina, a tal punto que se autodenomina como un ‘cocinero de nevera’, porque en cada casa que visita, se pone su chaqueta de chef e improvisa una receta con lo primero que encuentre en la dispensa.
“Por ejemplo, el domingo pasado le cociné a mis hermanos un sudado de verduras con pollo y una ensalada de mango con cebolla y apio, es que debo admitir que la cocina es mi felicidad”, confesó Afanador, a quien le fascinan las sopas y las frutas.
Su visión del entorno gastronómico
Como miembro de la Asociación Colombiana de Restaurantes (Acodrés), capítulo Norte de Santander, Afanador observa que el entorno gastronómico de la ciudad vive un buen momento, ya que hay una inversión privada constante destinada a abrir nuevos modelos de restaurantes.
Además -continúa- tenemos restaurante especializados en comida criolla, en almuerzos de mediodía, en comida fusión, internacional, saludable, vegetariana, rápida, de jugos, cafés, Y están apareciendo buenos sitios de reposterías, que hace que la gente se anime a comer en la calle.
Sin embargo, Afanador cree que se necesitan más ofertas gastronómica con platillos tradicionales, que involucre los productos locales como el durazno, las fresas y toda esa dispensa del municipio Silos.
“Tenemos que evolucionar en las propuestas, aplicar técnicas vanguardistas pero siempre usando lo que tenemos a la mano. Es válido mirar en otras regiones y traer cosas nuevas, pero siempre mejorándolo”, reflexiona el docente e investigador.
Por otro lado, destaca el trabajo que ha emprendido Acodrés como agremiación. “Actualmente están inscritos 72 empresarios, que se transforma en más de 200 establecimientos, porque cada agremiado tiene entre dos y tres establecimientos. Está Pamplona, Chinácota y ya va a ingresar Ocaña y con esto estamos dando un sentido de región a la comida”.
El Festival Gastronómico Degustar es otro evento que ha permitido promocionar el quehacer culinario de la región. Su éxito es indiscutible, pues fue incluido en la Red Nacional de Eventos del Ministerio de Industria y Comercio, (por medio del Viceministerio de Turismo).
“Eso la gente no lo dimensiona, pero sólo fueron elegidos 24 eventos en Colombia. Aparecemos en un catálogo para que la gente se pueda programar y asistir. El año pasado recibimos a 12 personas que viajaron desde el extranjero”, reveló el cocinero.
Amalthea, su aporte social
Hace seis años Carlos fundó la escuela para el trabajo y desarrollo humano Amalthea, como un apoyo social para Norte de Santander y como alternativa del programa de cocina del Sena.
Respira hondo y reconoce que ha sido arduo mantener económicamente esta institución, pero para él, la mejor recompensa es observar a los egresados trabajando en diversos restaurantes de Cúcuta, emprendiendo con sus propios negocios o estudiando en el exterior.
Añade que “cuando sólo se hace cursos para sacarle dinero a la gente, podemos terminar dañando al consumidor, porque estamos enseñando a hacer mal un producto”.
Por eso quiere mantener ese sentido humano de la academia que preside, junto con el equipo de docentes universitarios que lo acompañan a formar a las nuevas generaciones: chefs, psicólogos, sociólogos, contadores, ingenieros, entre otros.