Historia del café turco
También conocido como café arábigo, su historia se remonta a principios del siglo XVI. Se cuenta que fue introducido por el gobernador de Yemen, Özdemir Paşa, quien viajó a Estambul con la bebida en unos recipientes. La preparación, pues, se habría inventado dentro del palacio de Yemen. Su principal característica es el color negro intenso, de sabor amargo, perfumado. Debe estar recién molido y parecer polvo. Su elaboración contaba con varios pasos, primero se tostaban los granos, luego se molían y, por último, se calentaban con agua, lentamente, sobre carbón en una jarra especial, llamada cezve.
Según el portal Cocina y Vino el café tuvo una época donde se prohibió tomarlo, porque los lugares donde lo servían se convirtieron en centros sociales, en los cuales los artistas y filósofos discutían ideas políticas contra el Imperio Otomano. Las tazas utilizadas tradicionalmente para beberlo llevan por nombre türk kahvesi, son pequeñas y, originalmente, no tenían asa.
¿Cómo preparar un café turco?
- Pon a hervir una taza de agua por cada comensal y echa una o dos cucharadas de café por taza. Si quieres hacerlo a la manera tradicional, requerirá un cezve. Pero puedes agilizar el proceso usando un hervidor eléctrico o una olla.
- Si usas azúcar, debes agregarla junto con el agua y el café. Con azúcar es habitualmente llamado “de mujer”, y sin azúcar, “de hombre”.
- Cuando hierva por primera vez, retira el cezve del fuego, y espere que se asiente y disminuya la espuma.
- Al hervir por segunda vez, baja el fuego al mínimo. Manten el café en la llama por un par de minutos más.
- Cuando vayas a servirlo, echa una o dos cucharadas de agua fría para que los residuos del café se vayan al fondo, y vierta el café sin filtrar.
- Se acompaña con un vaso de agua fría. Hay quien se toma el agua antes y hay quien se la toma después para mantener la boca limpia tras el café.
Fotos: Cocina y Vino