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Robots repartidores llegan a las calles de Londres
Desde hace más de 4 meses, los robots repartidores iniciaron su recorrido por las calles de Londres.
De acuerdo con el portal El Confidencial, son pequeños (55 centímetros de alto y 70 de ancho), acabados en blanco y negro lacado, redonditos y sonrientes: cuando llegan a tu casa a entregarte la comida y los desbloqueas con el móvil para abrirlos, sus luces frontales se iluminan con forma de sonrisa mientras una voz dice “here's your delivery” (aquí está tu pedido).
Se les conoce como robots de reparto, son completamente autónomos y ya hay una docena de ellos pululando por la ciudad de Londres: tanto 'Just Eat' como 'Hermes', una empresa de envío a domicilio, trabajan con Starship, la 'startup' estonia que los ha engendrado. Como van un poco lentos (unos 6 km/hora), los utilizan para repartos cortos, de menos de tres kilómetros, en sustitución de sus repartidores humanos.
Los robots ya ruedan por Tallin (Estonia), Hamburgo (Alemania) y Berna (Suiza) en Europa; en Estados Unidos, en Redwood City (entre San Francisco y Palo Alto) y Washington DC. Si viajas a Londres te los cruzarás en los distritos de Southwark (en la rotonda entre Old Kent Road y Tower Bridge Road) y Lewisham (al lado de la estación de tren). Eso sí: de momento, los verás acompañados de un cuidador. La regulación londinense aún no permite que los robots vayan solos por la calle y solo los deja operar si va con ellos un humano.
Los robots de Starship se fabrican en Estonia, donde Ahti Heinla, exarquitecto técnico de Skype, y Janus Friis, cofundador de Skype y Kazaa, fundaron la empresa en 2014. Tienen un centenar en total. En enero de este año, recibieron 17 millones de inversión para expandir su negocio en un sector en el que ya no están solos: la suiza Telerail y las estadounidenses Marble, Dispatch.ai, Robby Technologies y Kiwi Campus son también 'startups' dedicadas a los robots de reparto que, por su tamaño y velocidad, están diseñados para ir por la acera.
Todos nacen con la misma idea: resolver la llamada 'última milla' (envíos urbanos inmediatos) en que tan empeñadas están las empresas de logística, principalmente por lo caro que les sale emplear repartidores para entregas tan cortas.
Hasta la fecha, San Francisco ha sido la ciudad que más se ha opuesto a la disrupción robótica: en mayo propuso una ley para prohibirlos. “Así es como operamos en la ciudad, que tampoco permite bicis y monopatines en las aceras”, dijo el supervisor que la propuso. “Nuestras aceras están hechas para la gente, no para los robots”.
*Fotos: AP.