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Pablo Daza, el maestro del acero en Cúcuta

Cada vez que Pablo Daza acompañaba a su papá al centro de Cúcuta, se detenía a mirar los talleres de soldadura. Le sorprendía la destreza con que esos hombres fundían el acero para hacer puertas, ventanas, portones y muchos otros objetos. Los veía como superhéroes valientes, con guantes y armaduras.

Una tarde, el niño le dijo a su progenitor que quería ser soldador. La idea no sentó bien en Luis Alfonso, al extremo de transformarse en su primer detractor. Todos los días le advertía que era un trabajo tan peligroso, que terminaría ciego o con una grave quemadura.

Pero Pablo ignoró los llamados de atención. A los 17 años consiguió empleo en un taller. Estrenó guantes y fue aprendiendo todos los secretos del oficio. Luego, pasó a ser el   ‘superhéroe’, junto con otro socio, de su propio taller. Corría el año 1992.   

Dibujar el modelo es el primer paso para diseñar un producto en acero

 

En el 95 llegó la independencia con el nacimiento de Fabricaciones Industriales Daza. Ya no solo elaboraba puertas y ventanas en acero, sino que lanzó una línea de estufas, mesones, hornos y asadores.

Actualmente, además de una línea para el hogar, tiene otras tres: alimenticia, industrial y para las entidades de salud. Inspirado por el cuidado por el medio ambiente, su próxima apuesta es un asador de pollo práctico y ecológico, que ya tiene listo, que no necesita desfogue, reduciendo la contaminación del aire.

Sus productos no solo figuran en panaderías, restaurantes, hospitales y cafeterías de Cúcuta, sino en otras ciudades como Bogotá, Medellín, Bucaramanga, Cartagena, Barranquilla, Valledupar y Cali.

 

Sus enseñanzas

Mientras exista capital, dice, no es tan difícil hacer empresa en Colombia. El problema es mantenerse vigente y sostenerse en el mercado, “aguantando el choque de la competencia y la carga de impuestos”, expone el cucuteño, que hace una década se tituló como ingeniero industrial.

Daza resume el éxito en ser realista con el mercado, traduciéndolo en encontrar un equilibrio precio-valor. “No podemos regalar las cosas, pero tampoco exagerar con costos y precios”.

En su oficina tiene reconocimientos, una colección de carros en miniatura y otros detalles entregados por sus empleados

 

Enfatiza en la necesidad de ser constante, como habilidad para saber manejar los altibajos de esta ciudad, que en Colombia lidera los números de informalidad laboral.

El mercado en Cúcuta, en sus palabras, “es inconstante, con meses críticos y otros boyantes. Enfrentarlo, por eso hay que ser creativo para enfrentarlos”.

Desde Aceros Daza ponen en marcha estrategias, como lanzar líneas económicas dirigidas a sus competidores para que ellos mismos las comercialicen; así como líneas livianas, a la par de las tendencias de diseño e innovación.

A la generación de relevo les aconseja esforzarse y pensar en emprender, en montar una empresa y no a ser empleado toda la vida.

Sus palabras también denotan preocupación, ya que “muchos jóvenes están muy enfocados al facilismo. Trabajar tres o cuatro meses para comprar un carro o querer cobrar 5 y 6 millones de pesos por solo haberse graduado”.

El mismo Pablo diseño una réplica de un auto en acero

 

Pero confía en ese potencial. Prueba de ello es su plantilla de empleados. “Contratar gente joven permite que uno les enseñe y los amolde. Al principio hay mucha pérdida de tiempo y materiales, pero después que cogen el tiro, empieza la relación ganar-ganar”.

Ya son más de 25 años dedicado a la soldadura, al acero, al ingenio de la creación. Pablo se infla de orgullo al asegurar que nunca ha sufrido ningún accidente, tampoco ha tenido necesidad de ir al médico.

Pablo Daza se ríe de las paradojas de la vida, pues su papá Luis ahora es su mano derecha en el negocio familiar. “De hecho, también es soldador”, reveló.

16 Agosto, 2019
Alicia Pepe
alicia.pepe@laopinion.com.co

Periodista. Escribir, viajar y escuchar música, placeres que mueven mi mundo. 

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