La chef cucuteña Ingrid Gómez se abre paso en Bogotá
“No se oye, pero se cocina con el corazón”, esta ha sido la bandera de Ingrid Gómez después de su participación en la segunda temporada del concurso MasterChef.
La cucuteña fue una de las concursantes más queridas del reality que se transmitió en el 2016, no solo por su condición especial que no le permite escuchar, sino por su visible gusto por cocinar.
Tras su destacada participación en la competencia culinaria (que ganó el cucuteño Leonardo Morán), la joven permaneció unos meses en Cúcuta y, en octubre del 2016, se mudó a Bogotá con Daniel, su hermano menor.
Aunque por momentos el frío de la capital parecía nublar sus sueños, Ingrid fue contratada como repostera en la panadería Kenvelo, propiedad de los hermanos Rausch.
Fue el mismo Jorge Rausch, reconocido chef y juez de MasterChef Colombia, quien la integró al equipo de trabajo que dirige su hermano, el pastelero Mark Rausch.
“Tengo mucho que agradecerle a Jorge y a Mark, ambos son buenos jefes y me han apoyado en este aprendizaje dentro de la panadería”, contó Ingrid en lenguaje de señas, al lado de su hermana Natalia, que funge como intérprete.
Rompe barreras
Su sordera no ha dinamitado la meta de transformarse en una conocida chef y pastelera. En la panadería Kenvelo ha encontrado a grandes compañeros de trabajo que han ideado maneras de comunicación sencillas.
“Para darme alguna información, me lo escriben en un cuaderno; así mismo cuando yo debo preguntar algo puntual. Algunos se han interesado en el lenguaje de señas y les he enseñado a saludar, a presentarse y a despedirse. Es muy divertido”, añade la nortesantandereana, de 30 años.
A la hora de preparar hojaldres y postres, Ingrid ha aplicado la técnica de repetición. “Estoy muy atenta a lo que hacen mis superiores y voy tomando nota. Así he aprendido a elaborar quesillos, flanes, cremas, tortas, etc”.
Con las galletas, la joven ha sufrido varios dolores de cabeza, debido al manejo de la temperatura. Fueron algunas las ocasiones que se le quemaron, pero para fortuna de lla, pudo encontrar el punto adecuado del horneado.
De lo que se siente orgullosa es de su mousse de maracuyá, cuyo sabor asegura, “es delicioso”.
Un sueño
Ingrid no sabe si sea un ejemplo de superación, pero cree que todos somos capaces de lograr lo que nos propongamos con esfuerzo y perseverancia. Luego de su paso por MasterChef, aún sigue recibiendo muestras de cariño, mensajes y videos de todas partes del mundo.
Su corazón está feliz al hallar en un joven bogotano su complemento sentimental. Están conociéndose y trabajando por sus metas. Sin embargo, aún no hay planes de boda.
Ingrid sigue mirando al mismo horizonte: formarse en cocina y pastelería para pronto abrir su propio restaurante en Bogotá.
Periodista. Escribir, viajar y escuchar música, placeres que mueven mi mundo.