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¡Esta es la frutería más cara del mundo!
Melones a 250 dólares (740.000 pesos colombianos) o mangos a 45 (130.000) son solo dos ejemplos de hasta qué punto la fruta de alta calidad se considera un artículo de lujo en Japón.
Más que un alimento y una fuente de vitaminas, allí son un objeto de deseo y una forma de halagar que se vende en inmaculadas ‘boutiques’ donde todo lo que se ofrece es literalmente perfecto.
Los impecables escaparates y vitrinas de la frutería Sembikiya, situada en la planta baja de la lujosa torre Nihonbashi Mitsui, en Tokio, protegen estos exclusivos productos, que no están al alcance de todos los bolsillos.
“Buscamos las mejores frutas de Japón y de todo el mundo para ofrecerlas a nuestros clientes”, afirma orgulloso Ushio Oshima, responsable de la división de planificación y desarrollo de Sembikiya, mientras sostiene la joya de la corona: un pequeño ‘musk melon’ o melón cantalupo que cuesta de 27.000 yenes (unos 253 dólares).
Oshima pertenece a la sexta generación de fruteros de Sembikiya, fundada en 1834 por su ancestro, un samurái, y que pasó de vender fruta barata en Tokio a expandirse por todo el país y convertirse en la mayor proveedora de fruta de lujo de Japón.
Ninguno de los treinta empleados de la tienda principal de Sembikiya pasa un minuto de brazos cruzados. Con música clásica de fondo, algunos dependientes reciben a clientes, otros limpian y ponen las frutas en mallas de protección –no sin antes añadir un colorido papel de seda–, o revisan que las ya situadas en los puntos de exhibición luzcan perfectas, sin ninguna marca, golpe o defecto.
“Los japoneses son minuciosos y se preocupan por el aspecto exterior (...), y por eso –más obviamente la calidad de la fruta– toda esa operación termina saliendo cara”, defiende Oshima.
Sembikiya, que ostenta el título de frutería más antigua de Japón, es tan solo un ejemplo que prueba la importancia de la fruta de lujo en el país del sol naciente.
Millonarios precios
Pero hay más exquisiteces de precios estratosféricos: la fresa ‘bijin hime’ (bella princesa, en español) es similar en tamaño a una pelota de tenis, aunque sus dimensiones no son lo único que rozan lo imposible: para saborear solo una unidad de este producto se deben desembolsar 50.000 yenes: 458 dólares, un millón trescientos mil pesos colombianos.
La producción de fruta es algo muy selecto en Japón debido a que su particular orografía –en la que predominan las montañas y la costa– solo permite que un 15 por ciento de su superficie total esté cultivada.
Además, en el país asiático, donde llueve con abundancia, hay múltiples verduras y plantas comestibles de donde se pueden obtener nutrientes y vitaminas. Esto ha hecho que la fruta nunca haya sido considerada un “alimento esencial”, explica Shigeyuki Sasaki, investigador del grupo Takasago, uno de los líderes mundiales en sabores y aromas.
“La fruta siempre se ha considerado un artículo de lujo, un artículo para regalo”, escribió Sasaki en una investigación de Takasago.
La fruta abandona su papel como alimento y se convierte en regalo estrella, especialmente en dos momentos especiales: en verano y a finales de año, cuando los japoneses suelen regalarlas para expresar gratitud a la gente que los rodea.
Ahora, hay que aclarar que no toda la fruta que se vende y consume en Japón es de ‘lujo’. Aunque sí es un producto caro y de consumo restringido. El Ministerio nipón de Agricultura afirma que el consumo por persona en el país es la mitad del de la Unión Europea.
No hace falta entrar a una de estas ‘joyerías de frutas’ para sorprenderse con los precios; basta con acercarse a cualquier supermercado japonés promedio para ver melones a 27 dólares (79.000 pesos) o manzanas a 15 dólares (45.000 pesos) la unidad.